Pensares

8 Marzo 2024

Índice

Introducción - Majo

Hoy soy más mexicana que nunca - Verónica Osborne

No regreses - Alma Fantezi

La caza - Anaid Delgadillo

¿Qué ves cuando me miras? - Alma Fantezi

No nací sumisa, me enseñaron a serlo - Aracely

Tribu Violeta - charlyna poulain

Se dice migrante, no «expat» - Pepa Galindo

Expectativas de mierda - Alma Fantezi

Las mujeres de mi vida - Jimena Castillo

Introducción

Majo

Las lectoras salvan. Las amigas lectoras aún más. 

Este grupo surgió desde la soledad migratoria que vivía hace unos años. Surgió de mi necesidad por hablar con otras mujeres, de conocer otras experiencias de vida y de encontrarme en ellas. La necesidad de no sentirme sola o perdida en un mundo donde ser mujer se convierte en una tarea difícil cuando se intenta compaginar con vivir. 

Conocer el mundo de la literatura escrita por mujeres me inspiró a sumergirme en ese inmenso océano, poco inspeccionado por mí hasta aquel momento, fue clave para comprobar que lo que quería era simplemente eso. Leer mujeres en compañía de otras mujeres. Un grupo de amigas lectoras con quienes leer y oír a más escritoras con la intención de no sólo aprender y conocer, sino también encontrarnos en ellas. Buscaba amistad. Sororidad. Respeto y amor. Amor entre mujeres siempre prohibido y evitado por nuestro mundo machista. Leer juntas las voces de mujeres es un acto político, necesario y urgente. 

Gracias a las que han estado antes que nosotras, a las librosb4tipos por enseñarme sin conocerme que hay formas de enfocar y politizar las lecturas. A The Feminist Orchestra Bookclub porque conocerlas me abrió el mundo a otros idiomas y perspectivas. A Reading Women por emocionarme cada año con sus consignas y propuestas.

Gracias sobre todo a todas ustedes que hacen día a día posible este círculo de lectura, por conformar esta tribu. Gracias a las que están desde sus comienzos, a las que tuvieron que irse, a quienes nos siguen desde el silencio, a quienes han llegado  para nunca más dejarnos, a quienes nos motivan e inspiran a leer fuera de nuestra caja de confort, a quienes nos han hecho replantear lo que hemos leído y opinado sobre un libro, a las que se han vuelto nuestras amigas, a las almas gemelas literarias que hemos encontrado aquí, a quienes nos hacen reír con sus ocurrencias, y quienes nos han confiado sus escritos y momentos más personales. Gracias por las horas y horas de charlas hermosas y recargadoras, por los tantos mensajes de texto a veces imposibles de leer, por la lista infinita de lecturas que sigue en aumento, por los pdfs compartidos, por los libros regalados, por las largas noches sin dormir en las que alguna de ustedes en su pedacito del mundo estará despierta para ofrecernos un saludo, un emoji o hasta un «vete a dormir». Gracias Lectoras de Ojos Grandes por siempre expresarse desde el amor y el respeto, porque podemos no opinar igual, incluso tener ideas opuestas, pero siempre hemos podido expresarnos sabiendo que este es un lugar seguro para cada una de nosotras. Porque formar este ambiente no es fácil pero ustedes lo hacen ver tan sencillo que llego a olvidarlo. Gracias por tan hermoso y necesario espacio.

Las abrazo en la distancia

Hoy soy más mexicana que nunca

Verónica Osborne

Hace 18 años que soy inmigrante. Cuando inicié esta aventura no sabía lo duro que iba a ser. Cruzar todas esas barreras ideológicas, de costumbres, de prejuicios, que todas las culturas tienen es un trabajo duro y constante. Pensé que al tener la misma lengua este campo sería más fácil, pero resulta que hay una lengua cooficial que he tenido que estudiar para poder acceder al trabajo que quería. Homologar estudios y luchar porque sean reconocidos en igualdad fue otra batalla más. Pero la lucha que más me ha costado ha sido la maternidad. Ser mamá lejos de tu país, tu familia, hasta de tu sistema de salud es muy complicado. Ha habido mucha soledad, mucha incomprensión, muchas lágrimas… fueron años duros que me llevaron incluso a la depresión y casi la locura.

Muchas veces he querido volver, renunciar y no saber más; afortunadamente siempre tuve apoyo de mis padres y en especial de con quien crucé el océano. Sin embargo, tengo claro que ser inmigrante te hace vulnerable y mujer aún más. Han sido años de lucha constante.

Hoy, soy un poco más fuerte, más sabia, más vieja, y más dura, y ¿cómo no?, más mexicana que nunca.

No regreses

Alma Fantezi

No regreses a la escena del crimen, donde dejaste el cadáver de mi afecto. 

No regreses para ver los escombros que quedaron después de la demolición 

No regreses al lugar donde fuiste feliz mientras me hiciste infeliz. 

No regreses por las flores que regué con el caudal de lagrimas que provocaste en mí.

No regreses a buscar lo que perdiste mientras me perdí. 

No regreses, que aquí no queda espacio para tu vacío. 

No regreses en mi primavera cuando tu corazón es un páramo invernal. 

No regreses a proclamar la falsedad en mi verdad.

No regreses para apropiarte de mi amor propio. 

No regreses, sin importar que, no regreses; he encontrado quien quiere quererme, es decir me he encontrado a mí. 

La caza

Anaid Delgadillo

Era la noche de un viernes, por ahí del 2001, cuando yo tenía 13 años y, como «adolescente bien portada», me encontraba en mi casa sin mucho que hacer. Decidí ver qué había en la televisión y mientras cambiaba continuamente los canales sin intención alguna de fijar la señal en uno, gritos salieron de la pantalla, pero no gritos de susto, ni gritos de gozo, eran más bien sonidos de las entrañas, aquellos que salen cuando un karateka da una patada fulminante a su contrincante. ¡Ah, pero tampoco eran de hombre! Ese tipo de ruido visceral siempre salía de los hombres, al menos los que yo había llegado a escuchar a mi corta edad. Y poco a poco entraban en mi campo de visión las imágenes de una mujer, pequeña a decir verdad, vestida de modo muy femenino, usando tacones, en plena batalla cuerpo a cuerpo con un ser extraño y corpulento, parecía ser un hombre pero con cejas y frente llenas de grandes arrugas que le daban un aspecto de ira constante, ojos color amarillo, como esos del Michael Jackson/hombre lobo en Thriller y lo más importante, dientes afilados y colmillos protuberantes. Era un episodio de Buffy, la cazavampiros

Quedé inmediatamente enganchada con la serie, una mujer común y corriente que salía cada noche a patrullar las calles de su ciudad y se enfrentaba a todo tipo de criaturas malignas y demonios. Seguí sus aventuras por el tiempo que duró la serie y he de decir que, a mis 33 años, la volví a ver por completo y en orden, por supuesto. Grande fue mi sorpresa cuando de adulta me enteré que la serie buscaba representar muchas de las problemáticas adolescentes en los enemigos de Buffy y todo tomó sentido. Por ejemplo, en el episodio de Innocence, después de una larga espera Buffy finalmente tiene relaciones sexuales con su gran amor, Ángel, un vampiro que hasta ese momento era dulce ya que, a causa de una maldición, tenía alma y por lo tanto era “bueno”, y justo después del acto, sale a la luz su parte demoniaca, convirtiéndose en el peor monstruo, casi llegando incluso a matarla. Cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia, ¿no?

Sin embargo, con el paso del tiempo he llegado a encontrar una variante en esta parte metafórica de la serie. Ahora veo que los demonios de la serie son también nuestros demonios internos y que muchos de los eventos representados en ella bien pueden ser aplicados a nuestra vida, más allá de la ficción. Claro que este análisis da para una tesis de doctorado, y créanlo o no, hay artículos científicos y hasta cátedras universitarias dedicadas a Buffy, (así es, tal y como lo leen, así que si no la han visto, háganse un favor y véanla por el amor de Jesucristo nuestro Señor que todo lo ve y sabe lo maravillosa que es Buffy).

Anya es la demonia de la venganza en la serie y cumple los deseos de las mujeres a quienes les han roto el corazón. Aunque es satisfactorio ver cómo lo hace, ella termina perdiendo sus poderes a causa de Buffy y convirtiéndose en humana con todos los matices que esto implica, teniendo un arco de personaje bastante interesante. Además, ella pasa a formar parte del grupo de amigos de Buffy, ayudándole a combatir las fuerzas del mal. Así pues, podemos entender a Anya/venganza como un sentimiento natural en el ser humano que surge del dolor, aceptando su existencia y entendiéndola para, de esta manera, quitarle su poder para dominarnos y así sanarla, tal y como lo hizo Buffy.  

En algún momento de la serie, Buffy muere para salvar al mundo y después es resucitada por sus amigos, mostrándonos el continuo renacer que debemos tener en nuestras vidas. Morir a etapas, morir a personas que nos perjudican, morir a conductas dañinas para nosotras mismas e infinidad de muertes que debemos tener para poder renacer en versiones mejoradas, con mucho mayor aprendizaje y fuerza para vivir esta existencia. Porque si bien, la muerte puede ser dolorosa, el renacer es glorioso.

Buffy sale cada noche a cazar monstruos y, de la misma manera, cada noche de nuestra alma tenemos que cazar a nuestros propios demonios. Algunos mueren relativamente fácil y otros renacen unas cuantas veces antes de que demos en el clavo de cómo matarlos. Pero todo demonio tiene una debilidad, el chiste es encontrarla, el punto es ir hacia nuestros adentros para resolver el acertijo de por qué existen esos demonios en nuestro ser, de dónde surgieron, para qué están ahí y descubriendo su raíz, se encuentra el ritual para matarlos (sanarlos).     

Al final de la serie (no spoilearé tan feo, ¡lo prometo!), todas las cazadoras del mundo son reclutadas para pelear contra el mayor mal, lo que me hace pensar en una súper fuerza colectiva femenina. En fin, la vida no es como la ficción, ni la ficción es como la vida, ¿o tal vez sí? La realidad es que esta serie marcó un antes y un después para mí, me hizo sentir fuerte y superpoderosa a mis 13 añitos, me hizo pensar que yo podía salir a la calle a clavarle estacas en el corazón a cada vampiro que me encontrara. Y aunque los vampiros de la realidad son más crueles y detestables, esta serie de televisión sigue dejándome el sabor de la esperanza en la boca, esperanza tanto para nuestro desarrollo personal como colectivo. Porque, así como Buffy, vulnerables pero fuertes, humanas pero con resiliencia sobrehumana, seguimos a la caza de los vampiros, monstruos y demonios, tanto internos como externos.

¿Qué ves cuando me miras? 

Alma Fantezi

Siempre me pregunté qué mirabas cuando me veías. 

Hubo un tiempo que creí que mirabas a una amiga, 

pero las cosas cambiaron con el tiempo y pensé que habías visto más, 

pensé que mirabas en mí el cariño y la lealtad que entrego sin medida, 

porque no sé querer a medias, 

pero te marchaste, así que claramente no miraste lo que yo creí que veías y estuve bien con eso,

a quién engaño… eso me destrozó,

pero no podía obligarte a verme como yo quería que me vieras, no podía obligarte a quererme, 

Así que seguí adelante como pude,

dejé de preguntarme cómo me veías, 

y un día frente al espejo me vi, 

vi lo que tenía para ofrecer y era mucho,

mucho más de lo que jamás habrías sido capaz de ver,

así que ahora al único al que le pregunto qué ve cuando me mira es a mi reflejo en el espejo.

No nací sumisa, me enseñaron a serlo 

Aracely

No nací sumisa, me enseñaron a serlo cuando mi padre dijo que yo no podía ir a la escuela porque era vieja y las viejas solo sirven para casarse o para parir hijos.

No nací sumisa, me enseñaron a serlo cuando vi cómo mi padre golpeaba a mi madre y aprendí que tienes que aguantar al marido que te tocó.

No nací sumisa, me enseñaron a serlo cuando mi padre violó a mi hermana y tuvimos que quedarnos calladas porque no nos iban a creer.

No nací sumisa, me enseñaron a serlo cuando me dijeron que tenía que cuidar a mis hermanos porque mi padre nos abandonó.

No nací sumisa, me enseñaron a serlo cuando me dijeron que nunca estaría completa si no tenía un marido.

No nací sumisa, me enseñaron a serlo cuando mi pareja me obligó a abortar y no se lo conté a nadie.

No nací sumisa, me obligaron a serlo cuando mi pareja me golpeaba y me dejaba encerrada por días enteros.

No nací sumisa, me enseñaron a serlo cuando denuncié a mi pareja y no me creyeron.

No nací sumisa, me enseñaron a serlo cuando tuve que huir de mi país para que mi pareja no me matara.

No nací sumisa, nací gritando, nací con la rebeldía dentro, nací machorra, bisexual; nací para levantar la voz y no quedarme callada ante nada, ante nadie. Nací para romper lo establecido en las mujeres de mi familia, nací para enseñarles que otra vida y otros caminos son posibles y que no se necesita un marido para estar completa. No nací sumisa, nací gritando y nadie volverá a callar mi voz.

Tribu Violeta 

charlyna poulain 

Mujeres de fuega, agua, viento y tierra,

hermanas feministas;

doncellas y hechiceras,

curanderas guerreras.


Las voces de todas, 

cuerpas danzantes, 

intelectuales y brillantes, 

diosas eternas. 


Queridas guerreras 

de la digna rabia;

amoras entre nosotras, 

radicales violetas. 


Cíclicas y bellas;

lobas aullando

a la luna abuela, 

honrando a nuestras ancestras. 


Nietas de las brujas

que cantan,

que bailan 

y lloran. 


Somos lunas violetas, 

tribu acuerpada; 

reflejos de luz, 

estrellas de la noche. 


Gracias a todas, 

hermanas amoras, 

nos amos aquí y ahora, 

hermosa tribu violeta. 💜

Se dice migrante, no «expat» 

Pepa Galindo

Desde que escuché esa palabra, la detesto. La creaste para no nombrarme. La usas en pro de lo políticamente correcto porque no te das a la tarea de cuestionarte a ti y tu blanquitud. La oyes en los medios y crees que así es como debes nombrarme, que decirme migrante está mal, que me voy a ofender y que además, migrante no soy yo. Migrantes las que vienen en masas desde Medio Oriente, hablando árabe y promulgando otra cultura, esas que clamas las mantiene el estado con tus impuestos. Aquellas que juras no se quieren adaptar y son las causantes de tu inestabilidad económica. Ellas, quienes en realidad vienen huyendo de una guerra, de injusticias y sufrimiento, pero que por tu tosco comportamiento y tu eurocentrismo, no logran entender tu cultura y comenzar adaptarse. Ellas son migrantes, no yo... según tú. Yo estoy adaptada, como pan día y noche, soy puntual y me quejo de la vida, si eso no es estar adaptada quién sabe qué más lo será. Y concluyes: tú no eres migrante, suena mejor expat.

Ellas sí, aquellas que han nacido aquí, vivido toda su vida dentro de tus fronteras geográficas, pero cuyas madres no nacieron aquí. Ellas sí son migrantes. ¡Ah! Pero no las blanquitas, sólo las de color. Es que ellas son culturalmente distintas, dices. Aunque su cultura sea más similar a la tuya que la mía, pero bueno, es que yo hablo bien tu idioma, dirás, y ellas no, aunque se educaron acá. No, no fue suficiente, nunca lo es.

Yo, que soy educada según tus estándares. Que trabajo y estoy altamente calificada, me dices. Yo, que según tú, gano lo mismo que tú, que aporto igual tú, que pienso más como tú, dices. Yo soy expat. No migrante, repites... No. ¡No es así! Yo, soy MIGRANTE, aunque no te guste, aunque no lo aceptes. Soy migrante, como todas aquellas que rechazas, como todas aquellas a las que temes, exactamente igual a aquellas que desprecias y haces de menos, pero eso tú no lo quieres ver.

Quieres verme como tú, te es más fácil para tratarme y colonizarme una y otra vez. ¡Yo soy migrante!, te grito. Soy de un país lejano, colonizado por los tuyos pero amado sólo por los míos. Soy de un lugar sin ley, y sin ley llegué aquí, sin tu apoyo ni tu bienvenida. Sin tu aceptación y sin tu comprensión. Pero tú solo ves la fachada, la cara relavada y blanca por la ausencia de sol junto a la mezcla genética de mis antepasadas. Solo ves lo que te hace sentir mejor, lo que te ayuda a darme valor. Porque sin victimización y una piel marrón no entro en tu constelación de pobre latina. Porque sin una religión que te espante, no entro en tu errónea percepción de pobre musulmana. Porque sin unos ojos que ven mejor que los tuyos, no entro en tu creencia de pobre asiática. Pobrecita. Porque sin ese color que arde y te incomoda al recordar la salvajada de la que eres culpable, no concibes a la pobre africana. Porque simplemente si algo no entra en tu molde, entonces no entra en el mundo. Y porque si te incomoda, mejor lo obvias y lo minimizas, así mis quejas no tienen sentido y mi voz se vuelve una más del montón, un ruido que se absorbe en el vacío.

No. No soy expat. Soy migrante

Con M de María. Así, como tu Virgen. 

Expectativas de mierda

Alma Fantezi

¿Cuándo fue que la vida se convirtió en una lista de verificación en la que marcamos lo que ya "tocaba" que lográramos? ¿Cuándo empezaron los demás a llevar una lista de las cosas que debíamos cumplir?

Una cosa es estar al tanto de cumplir nuestras metas, es muy diferente esperar y celebrar nuestros logros; pero que los demás lleven el control de lo que esperan que logremos es agotador. 

No me importa si creen que "debería" estar haciendo algo en concreto con mi vida, porque en realidad estoy haciendo algo con mi vida: Vivirla. Deberían probarlo de vez en cuando, me refiero a vivir su vida, no vivir a través de mí.

Las mujeres de mi vida

Jimena Castillo

Hay mucho ruido, siempre hay mucho ruido, afuera y adentro de mi cabeza. Hay muchos compromisos, mucho caos, muchas tareas, muchos pendientes, muchos logros por alcanzar, muchos objetivos qué perseguir, muchas luchas qué ganar. No tengo tiempo, no tengo ganas, no tengo energía. No quiero más ruido, no quiero más cosas por hacer, más compromisos por cumplir, más estándares por alcanzar.  

Me agota el solo pensar en los problemas del día siguiente, los del próximo mes; me angustia pensar en los proyectos que siguen esperando año tras año; me llena de ansiedad la presión por concretar una posible maternidad.  

¿Por qué no me doy tiempo para respirar, para reflexionar, para sentir, para dejar de pensar? ¿Por qué ahora convierto esto en otra cuestión que me atormenta? ¡Basta, ya! Quiero detener el mundo, quiero pausar la vida, quiero respirar.  

Pero… sí se detiene, sí hay pausa, encontré la forma y no me había dado cuenta. Encontré los espacios para pensar, para hablar, para desahogarme, para reflexionar. Encontré cómo escuchar mi voz y la de otras muy iguales y distintas al mismo tiempo. ¿Cómo es posible? ¿Por qué no me había dado cuenta?  

Estoy tan enfrascada en la rutina, en el diario vivir, en cumplir con las exigencias autoimpuestas que me olvido de reconocer los momentos en los que soy feliz, los momentos en los que me siento libre, esos momentos con otras como yo, esos espacios en donde reímos, en donde nos consolamos, en donde nos desahogamos. Encontré esos momentos y esas personas con las que siento que mi energía se recarga, en donde me siento motivada para continuar.  

Son ustedes, mujeres de mi vida. Gracias por estar, por ser y por coincidir conmigo. Gracias por congregarse para hablar de sus miedos que, muchas veces, son mis miedos también, por compartir sus vivencias y experiencias, por escucharme, por hacerme sentir abrazada y valorada. Gracias por su apoyo, por sus palabras, por su confianza. Gracias porque han representado eso que necesito y que no me había dado cuenta de que ya tenía con ustedes.  

He aprendido mucho en su compañía, he sentido rabia de escuchar sus historias de violencia, he sentido orgullo cuando comparten sus logros, felicidad cuando comparten sus alegrías, tristeza cuando comparten eso que más les duele. Sé que las conexiones con otras personas importan, pero reconozco plenamente que aquellas conexiones que más han importado en mi vida son las que he hecho con ustedes.  

Espero ser para ustedes lo que ustedes son para mí. Espero que todas las mujeres encuentren su tribu, su círculo, su grupo, su club conformado de MUJERES y para MUJERES. Quiero seguir siendo parte de ustedes y estar para ustedes como siento que están para mí, como siempre lo han estado, porque no importa si son las mismas o distintas, si están lejos o están cerca o si, inclusive, pareciera que ya no están, todas y cada una me han enseñado algo y han sido mi consuelo y el apoyo que necesito aún sin reconocerlo claramente.  

Ahora, creo que empiezo a aprender a conectar conmigo y me emociona y me da miedo al mismo tiempo, pero esto lo estoy descubriendo a partir de conectar con ustedes y sé seguirán aquí, conmigo, como siempre, a pesar del ruido y del caos están aquí. 

No nacimos siendo la otredad, 

nos la impusieron.

@lectorasdeojosgrandes